Vivian Dante es hija de Samuel "Edwin" Stanton Dante (1837-1931) y Amelia "Amy" Dante (nacida Otis) (1869). Nació justo antes del cambio de siglo en el año 1900 y pasó buena parte de su infancia en Atchison (Kansas) con sus abuelos maternos, quienes le proporcionaron un estilo de vida lleno de comodidades. Su abuelo, Alfred Gideon Otis, era un prominente juez federal retirado, que pensaba que el padre de Vivian -Edwin Dante-, abogado de empresas del ferrocarril, no estaba en condiciones de proveer a su familia un estilo de vida lo suficientemente holgado. La presión superó a Edwin y no pudo ser un padre ejemplar rindiendo la educación de su hija a la madre y a sus abuelos.
Durante su infancia, Vivian dio muestras de una personalidad inquieta y audaz, propia de su madre, pues se involucraba en actividades atribuidas a los chicos: escalaba árboles, se deslizaba en trineo y disparaba a ratas con un rifle. Junto con su madre, y Amelia su hermana mayor, tenía como pasatiempo reunir recortes de periódicos de mujeres famosas que sobresalían en actividades tradicionalmente protagonizadas por hombres. Durante su infancia, esta estuvo rodeada de problemas familiares, ya que su padre no contaba con una estabilidad laboral lo que complicaba las cosas y siendo aún peor por sus problemas, alcoholismo y similares, que lo apartaron de la vida de Vivían.
Sin embargo, una serie de desventuras llegaron a la familia Dante poco después. Amelia Harres Otis, abuela de Vivian y muy querida por ella, había fallecido en 1911. La familia se mudó a St. Paul, Minnesota, y posteriormente a Springfield, Misuri. En esta ciudad, su padre tenía la certeza de tomar un empleo, algo que terminó en un fiasco, que terminó con la desaparición de su padre. Abandonadas su esposa Amy partió junto a la familia, también su hermana Amelia, con rumbo a Chicago.
Durante la Primera Guerra Mundial, Vivian se enroló como voluntaria en labores de enfermería junto a su hermana en la ciudad de Toronto, Canadá, donde atendió a los pilotos heridos en combate. También aprovechó la ocasión para visitar un campo del Cuerpo Aéreo Real. En sus propias palabras, fue allí donde terminó «picada por el gusanillo de la magia de la aviación». *(experimentó historias con un médico militar que realizaba algún tipo de ritual, que desapareció al verse descubierto por un indio nativo americano y Vivian).
En 1920 su familia pudo reunirse nuevamente en California, salvo su padre y su fallecida abuela. Para ese tiempo Vivian asistió a un espectáculo aéreo en Long Beach y quedó prendada definitivamente de los aviones. Consiguió que la llevaran a bordo de un biplano en el que voló durante diez minutos sobre Los Ángeles. Sus palabras acerca de esta experiencia fueron: «Tan pronto como despegamos sabía que no podría dejar de volar de ahora en adelante». Solo su constancia, conseguiría que una mujer pudiera conseguir tal hazaña.
Estudió gracias a la mano de su abuelo en prestigiosas instituciones según la familia se desplazaba de ciudad, St. Paul Central High School (desde 1915), Hayden Park Academy High School (hasta 1916), Universidad de Columbia (desde 1919), aunque finalmente como veremos, se proporcionó sus propios estudios gracias a sus mente abierta e intereses en la aviación y resto de tecnologías más punteras que estaba desarrollando el país.
Vivian la aviadora.
Sus primeras clases de aviación las obtuvo de la instructora Neta Snook, otra piloto pionera, con la que montaría una escuela de aviación y aeropuerto privado. Todo gracias a los Liberty Bonds de su abuelo, los bonos de las libretas del estado bajo en el oro. Durante esa época logró adquirir un prototipo del aeroplano Kinner al que llamó «Fénix», en el que sufrió algún que otro accidente, cosa común en esa época por la poca fiabilidad de los motores y la lentitud de las aeronaves. Su instructora, Snook, no le daba mucha credibilidad como piloto, una opinión que no abandonaría durante su carrera, sin embargo alababa a su hermana Amelia que apuntaba hacia la fama y se unió a la instrucción. Ya en octubre de 1922 y gracias a la competición sana de ambas hermanas, Vivían consiguió su primer récord de altitud al volar a 14 000 pies (4267 metros) de altura, gracias sobre todo a la corpulencia y resistencia de la que Vivian siempre hizo gala, aderezada con su a su tozudez nativa de Kansas. Para 1923 obtuvieron la licencia de piloto de la Federación Aeronáutica Internacional, siendo las decimosexta y séptima mujeres en recibirla.
Vivian y ya con su propio avión, al que puso el sobrenombre de The Red Peril (‘el peligro rojo’), quiso volar del nido y se llevó a su hermana a través de todo el país rumbo a Boston. Al ser los autos, y todo lo que llevara motores, un campo novedoso -y todavía más los aviones-, la gente se interesaban por ellas y les preguntaban que quiénes eran y de dónde venían, se hicieron famosa por todo el país. Vivían vivió muchas experiencias que anota y guarda al igual que hacían de pequeñas con los recortes de las mujeres más aventureras. Entre éstas aventuras quedó un tiempo prendada por la magia de la ciudad de Arkham, donde Vivian se interesó por otras formas menos terrenales y mecánicas de viajar.
En 1927 se unió a la Asociación Aeronáutica Nacional ( Boston). Se dedicó a recaudar e invertir dinero para construir una pista de aterrizaje, vendió aviones Kinner y promovió la aviación, especialmente entre mujeres. Ya comenzaba a hacerse un nombre en la sociedad junto a su hermana. El Boston Globe la reconocía como una de las mejores pilotos de Estados Unidos y empresaria de éxito de la aviación. Consiguió continuar sus estudios en Arkham, gracias a su renombre, contactos, fama y la cercanía con Boston, en la Universidad Miscatonic.*(FF, Free Femmes, un club de la universidad, solo de mujeres, que querían empoderarse al poder del hombre, le permitió acceder a ciertos libros sobre, entes, seres y energías que parecían de otros mundos). Se dedicó a investigar las más diversas formas de viajar, haciendo uso de medios esotéricos, combinado su gusto por la aventura y las carreras de autos y los aviones. Los negocios y eventos como carreras varias cubrían las necesidades familiares, mientras su hermana Amelia acumulaba éxitos batiendo récords en la aviación y encumbrado a las mujeres centrada más en una vida más pública.
Vivian la motera.
Volvería a Long Beach en coche, curioseando como no, con estos nuevos ingenios mecánicos, desde Nueva York atravesando todo el país, un viaje de vuelta. En secreto habían tomado prestado unos manuscritos con ciertos viajes y rutas que se propuso seguir por el país, tal como estaban escritas, a veces en mapas ensangrentados, y experimentar de primera mano y descubrir la verdad tras la realidad tan fantástica que al parecer alguien había encontrado ahí fuera. Invitó a su hermana en este viaje pero decidió no acompañarla y seguir su carrera de piloto, ahí se separaron, y Vivian viajó sola, sin su madre y su hermana, y quizás por eso su fortaleza no era la misma. *(Siguió un mapa de unas tierras extrañas buscando una conexión de energía con la tierra real y dar con una entrada. Quería descubrir si el viaje por otra 'dimensión' podría ser útil para viajar rápidamente por la nuestra y ser pionera en ello. Mientras viajaba, encontró pueblos cuyos caciques no querían ser molestados, energías oscuras y siniestros lugares que albergaban energías para nada prácticas que finalmente, sola, no se atrevió a investigar).
Durante ese tiempo su hermana Amelia Earhart realiza un vuelo transatlántico, y ocupaba una de las páginas de su libreta de mujeres extraordiarias.
Ya en Long Beach, la Ford Motor Company se interesó en ella para cuando construyó una fábrica llamada Long Beach Assembly poco antes en 1929 sita en "700 Henry Ford Avenue, Long Beach", donde la fábrica comenzó a construir el Ford Modelo A. Vivian usó sus conocimientos de mecánica y aprendió nuevas formas de mejorar la fiabilidad de los motores. Se interesó también en las motos y trabajó con la Indian Motorcycle Manufacturing Company, que producían todo tipo de motores, de avión incluso, para el gobierno y el Pentágono. Las motos le daban la libertad casi tanto como volar pero Indian acabó trabajando para proyectos del ejército que ya desde la guerra copaba casi toda su producción, hasta que fue comprada a finales de 1930. Ya en aquel entonces trabajar para la guerra no le hacía mucha gracia a Vivian. Con la salida de los Zippo se aficionó a los cigarrillos que todos los moteros fumaban por aquel entonces y junto a una banda de mujeres moteras venidas a menos disfrutó de su ya tardía juventud por bares que serán míticos como 'MISS MUMU LARUE'.
Aviones, motos y coches todos sus intereses los aprovechó para crear negocios alrededor del motor y disfrutar de su pasión. Creo una empresa de logística y transporte al retornar a Long Beach y le permitió ser una gran vividora junto a su fama y a la de su hermana en Nueva York que iba marcando hitos en la aviación. Allá en el este, su hermana junto al grupo FF, Free Femes, realizó batidas de búsquedas del hijo del famoso aviador que había sido secuestrado.
Vivian la Diletante
El terremoto de Long Beach de 1933 causó daños significativos a la ciudad y las áreas circundantes, matando a un total de 120 personas. La mayor parte del daño ocurrió en edificios de mampostería no reforzada, especialmente escuelas. Supuso un antes y un después en la vida de Vivian, se volcó en la cuidad y en los damnificados del desastre y se replanteó su lugar en el mundo. Rememoró sus días asistiendo a heridos en la gran guerra, que le habían hecho querer vivir la vida sin mirar atrás y alejarse de las penurias, y estos se sumaron a los días posteriores al terremoto, en total supo que debía hacer algo más. Finalmente uso gran cantidad de recursos en crear una red logística de apoyo a las organizaciones que, como Caduceo, se dedicaban a asistir en desastres, guerras, epidemias y crisis médicas. Dejo a su vieja amiga Nook a cargo de los negocios y se dedicó a activamente aventurándose ella misma en lugares remotos en crisis, necesitados de ayuda humanitaria.
Ahora es llamada por Caduceo para una aventura lejana que no esperaba. A sus 33 años, su pelo todavía corto, su cuerpo esbelto y curtido por sus viajes todavía tiene mucho que demostrar en este mundo de hombres y seguir moviéndose, en movimiento es donde le gusta estar. Todavía se dedica a guardar en su libreta los recortes de las mujeres que sobresalen de los hombres y narrar algo de sus peripecias en una especie de diario o libro autobiográfico que rellena cuando está sola.